Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Caracas
Subdirección de Investigación y Postgrado
Subprogramas de Maestría y Especialización en Lectura y Escritura
Curso: Fundamentos Pedagógicos de
Profesora: Angélica Silva
Cohorte: 2008 – III
Participante: Paula Morey
I. Bibliografía:
reflexión de la lengua materna en el aula. Parte I”, Caracas: Cuaderno Pedagógico del
CILLAB, N°6, (pp.1-48).
II. Vocabulario especializado, concepto y temas de interés en el artículo:
- Metacognición: Favel (1977) postula el pensar acerca de nuestro proceso de pensamiento, el aprender a aprender. Es tener conciencia sobre el conocimiento. El saber sobre lo que sabemos. El control de los procesos de conocimiento.
- Didáctica: Método, género didáctico adecuado para enseñar o instruir.
- Metalingüística: Conocimiento y control de los saberes lingüísticos.
- Estrategia: Camino que se traza intencionalmente para el logro de un objetivo.
- Estrategia de aprendizaje: Camino que todo aprendiz se traza para lograr un objetivo académico. Permite el desarrollo de las capacidades, para conocer y regular de manera deliberada el conocimiento.
- Estrategia metalingüística: Es el conjunto de actividades que se realizan para el conocimiento, uso intencional y regulación de los saberes lingüísticos. Estas estrategias, permiten al sujeto el desarrollo de sus capacidades lingüísticas en los diversos niveles de la lengua, a saber: fonológico, semántico, textual, entre otros.
III. Resumen:
El Cuaderno Pedagógico, “Estrategias metalingüísticas. Hacia una reflexión de la lengua materna en el aula” parte I, es una obra compilada y estructurada en dos apartados. En el primero, se ofrece por un lado, un aproximado a los postulados teóricos de lo que se concibe como didáctica metalingüística y el aprendizaje estratégico, así como también se presenta un apartado sobre estrategias de aprendizaje metalingüístico. Por otro lado, se destaca lo que se entiende por metacognición, metalingüística, estrategias y estrategias metalingüísticas. Todo ello, presentado a modo de introducción por la profesora Lucía Fraca de Barrera. Asimismo, la autora deja claro que la didáctica y la escuela deben cambiar y que es el docente quien debe estar capacitado para ello; es el maestro quien debe instruir a sus estudiantes para que sean ellos los que gestionen sus propios aprendizajes y dispongan de herramientas intelectuales y sociales que les permitan un aprendizaje a lo largo de su vida. En el segundo apartado, se presenta una descripción de breves investigaciones didácticas (desde el nivel pre-escolar hasta la primera etapa de Educación Básica), elaboradas por un grupo de estudiantes de la maestría de lectura y escritura del IPC, en el período académico 2002-II. Estas investigaciones fueron realizadas luego de la interpretación de la base teórica metalingüística y de la aplicación de sus principios en el entorno escolar. Entre los títulos de las estrategias metalingüísticas propuestas por estos estudiantes encontramos: (1) El cuento colectivo, (2) Iniciemos nuestro poemario, (3) Estrategias metafonológicas para el aprendizaje de la lengua materna y (4) Juguemos con las palabras. Finalmente, en cada uno de los estudios está presente un objetivo, la descripción de la estrategia empleada, las actividades, los recursos y por último se dan a conocer los resultados obtenidos y las referencias consultadas.
IV. Comentario crítico:
A mi juicio, considero permite cada propuesta y posición planteada por Lucía Fraca de Barrera en cuanto a que la didáctica en la escuela debe cambiar. Para ello, debemos plantearnos un aprendiz con características particulares, que tome decisiones, actitudes y procedimientos de modo intencional cuando la situación de aprendizaje así lo requiera. Un estudiante que para escribir un texto determinado, por ejemplo, parta del hecho de que siempre habrá un destinatario para sus escritos. Este es el tipo de estudiante que necesitamos para nuestros tiempos. Pero además, requerimos de un docente que de acuerdo con la autora esté también capacitado para los mismos tiempos; un docente que proponga y proporcione modelos educativos más ajustados a la sociedad de hoy. En definitiva, un docente que contribuya, por lo menos, a que los niños egresen de las aulas convertidos en “personas que leen y escriben”.
Pasando a otro aspecto, para que se dé la didáctica metalingüística, la instrucción tiene que ser sistemática y adecuada, tanto así, que permita que el estudiante se haga consciente de lo que conoce y puede emplearlo de modo competente, desde el punto de vista del uso de la lengua oral y escrita. Pero para ello, se necesita de una planificación adecuada, lo que implica que el maestro tiene que considerar en todo momento lo que saben e ignoran sus estudiantes.
Lamentablemente puedo decir que, muchas veces algunos docentes trabajan con un texto único del cual asignan las actividades propuestas por el libro o también indican copias y dictados de su contenido, prácticas que se hacen frecuentes sobre todo cuando no se tiene claro lo que se quiere lograr con los estudiantes. También, algunos docentes se resisten al cambio y, por lo tanto, se resisten a la actualización de sus conocimientos, situación ésta que es tan dañina para ellos mismos como para el grupo de estudiantes de quien son responsables. La resistencia a la actualización hace que actividades lingüísticas básicas como hablar, escuchar, leer y escribir sean mal interpretadas por estos docentes. También hace, por ejemplo, que los temas o tópicos que enseña los imparta de forma aislada y por esa razón los estudiantes no puedan incorporarlos a los conocimientos que ya poseen. En definitiva, este tipo de docentes pocas veces da la oportunidad de que los educandos conozcan y manipulen de manera consciente e intencional sus conocimientos y su lengua materna.
Esta situación me lleva a concluir, que a los niños debe enseñárseles a estudiar y a conocer lo que saben, instruyéndolos sobre cómo aplicar las estrategias de estudio. Creo que no existe un mejor material lingüístico que sea más real y natural como los elaborados por los propios estudiantes o los elegidos por ellos (aspecto que los hace significativos). Entonces, quiero dejar claro que estoy de acuerdo con la autora y coautoras del Cuaderno Pedagógico, en cuanto al hecho de que la escuela requiere de una didáctica en la que se enseñe la lengua materna en lo que respecta a su organización, funcionalidad y uso. La escuela, está llamada a participar en la puesta en práctica de este tipo de didáctica y debe proporcionar al estudiante las herramientas necesarias para su aprendizaje. Los docentes tienen la facultad de contribuir con una enseñanza acorde, para ese individuo que queremos hoy. Un individuo que maneje adecuadamente su lengua materna.
Argumentación desarrollada
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Caracas
Subdirección de Investigación y Postgrado
Subprogramas de Maestría y Especialización en Lectura y Escritura
Curso: Fundamentos Pedagógicos de
Profesora: Angélica Silva
Cohorte: 2008 – III
Participante: Paula Morey
¿Cómo se enseña a leer y escribir en la escuela?
(Texto de opinión)
Enseñar es un término genérico que abarca demasiado. Todos los docentes o por lo menos la mayoría, piensan que lo que enseñan y cómo lo enseñan es la manera más adecuada de facilitar el aprendizaje de sus estudiantes. Algunos ni se detienen a pensar acerca de cuáles son los fundamentos pedagógicos en los que se basa el proceso educativo. Pero, para dar cuenta de ello, inicialmente tenemos que autoevaluar nuestras actitudes y luego la de nuestros estudiantes para comprender que muchas de esas decisiones instruccionales pueden afectar negativa o positivamente el desempeño propio y, por ende, el de los niños. También, muchos docentes no tienen claro los fundamentos que guían la enseñanza de la lectura y la escritura y por lo tanto, terminan enseñando estas actividades del mismo modo como las aprendieron en su momento. Sin embargo, de acuerdo con cada realidad a la que nos enfrentamos debemos tomar decisiones respecto a nuestra principal tarea de alfabetizar en la escuela.
En consecuencia, nuestra actuación didáctica en lectura y escritura debe estar en sintonía con un basamento teórico adoptado o elegido de la revisión crítica de la literatura disponible. No estoy afirmando con esto que existe una receta o panacea para enseñar a leer y escribir, sino que tenemos la obligación de servirnos de los hallazgos renovadores, sobre todo si estos son útiles para nuestras acciones instruccionales. No obstante, la actitud superficial de optar por una nueva teoría y descartar otras simplemente porque son “viejas”, es tan irresponsable como mantenerse en la retaguardia conservadora o tradicionalista de la enseñanza.
No sé si te ha pasado a ti lector. Pero, alguna vez has tenido de frente a un estudiante que te mira y adivinas en sus ojos una pregunta que provoca escalofríos: ¿qué voy a hacer allá afuera con lo que la profesora o el profesor me está enseñando? Ésta no creo que sea sólo mi preocupación sino la preocupación de muchos docentes que pretenden o buscan hacer las cosas cada vez mejor en materia de enseñanza. Ésta es una preocupación que tiene que ver con la manera cómo seleccionamos los contenidos y actividades de enseñanza, cómo esos contenidos se restringen arbitraria y artificialmente al salón de clase y cómo esos contenidos se divorcian de los conocimientos ubicados en contextos reales donde todo conocimiento es herramienta.
Ahora bien, de acuerdo con lo antes señalado nos hacemos dos (2) preguntas: (1) ¿Por dónde comenzar, para llevar a cabo una enseñanza adecuada de la lectura y la escritura? y (2) ¿Cuáles serían esos ejemplos de estrategias que se pueden poner en práctica, de acuerdo con el enfoque que se elija?
Para dar respuesta a la primera interrogante puedo decir que: (1) se suele afirmar que una teoría es una explicación de cómo ocurren los hechos porque en ésta se determinan los datos más importantes para entender un fenómeno y (2) con esa teoría se estudian y establecen relaciones significativas pertinentes o esclarecedoras del fenómeno objeto de estudio. Por tanto, si se pretende llevar a cabo una adecuada instrucción es necesaria, en consecuencia, ubicarse en una determinada perspectiva teórica. Por eso, desde allí debe partir cualquier clase de enseñanza adecuada y centrada en un objeto de estudio como por ejemplo, en la enseñanza de la lectura y la escritura. No obstante, todos debemos tener claro que también debe partirse del nivel de maduración cognitiva que posean los estudiantes, ya que no podemos pretender instruir de la misma forma a todos, indistintamente de sus edades y de otros aspectos. Campo (1989), afirma que para la enseñanza de la lengua debe enseñarse primero lo narrativo (cuento de prensa, historia, instrucciones, recetas, biografías; novelas de misterio, del oeste, de hadas; drama ligero, parábolas, fábulas, anuncios, novela literaria, cuento corto y drama serio). Luego enseñar lo descriptivo (técnica, botánica, geografía, descripción común, anuncio de una casa, descripción poética) y finalmente lo argumentativo (artículo científico, filosofía, definición abstracta, sermón, propaganda, editorial, anuncios y ensayos) según el nivel cognitivo. A los niños más pequeños deben reforzárseles las capacidades del uso oral y la de atender comprendiendo.
Continuando con la reflexión y para dar respuesta a la segunda interrogante, supongamos que si nos basáramos en el enfoque Constructivista por ejemplo, el cual según Piaget (1975) toma como punto esencial el contexto en el que se desenvuelve el individuo (la experiencia) y reconoce además la predisposición del ser humano para interactuar con su medio, tendríamos que aplicar una estrategia que por lo menos nos permita enseñar nuestra lengua materna de forma sencilla y amena. Esta forma sería por ejemplo, crear y recrear dentro del salón de clase situaciones comunicativas reales y posibles como ir de compras, ir a fiestas, visitar una Terminal de transporte o un mercado. Como se observará, este tipo de situaciones forma parte de la experiencia de los estudiantes y gracias a ellas se crea entonces, un clima dentro del salón de clase, donde el estudiante sentirá la necesidad de hablar, leer y escribir y al mismo tiempo disfrutará haciéndolo.
Para concluir este ejercicio de reflexión, podría decir que dentro de las condiciones con las que debe contar el estudiante para leer y escribir estarían aquellas donde se tomara en cuenta su realidad y necesidades. Según Smith (1983), “los niños aprenden a leer leyendo y escribir escribiendo” (p.149) por eso puedo decir que para la enseñanza de la lectura y la escritura se requiere a un lector y al escritor con herramientas. No existe una fórmula simple para garantizar que la enseñanza de la lectura y de la escritura sea fácil. Sin embargo, el docente tiene que esforzarse por asegurar esto, instruyéndose mucho más para ello y no sólo permitiendo, por ejemplo, que los niños juzguen si los materiales o las actividades son demasiado difíciles, muy incomprensibles o bastante insípidas. Igualmente, decimos que es nuestro compromiso actuar oportunamente. Por tanto, es responsabilidad del maestro decidir cómo y cuándo utilizar materiales y técnicas particulares con los niños específicos en momentos determinados. Pero esas decisiones requieren de conocimientos y comprensión. No podemos actuar de forma pertinente basándonos en la intuición. Es nuestro deber fundamentarnos teóricamente para enseñar lectura y escritura, sin dejar de lado el espíritu educativo que debe permear en cada una de nuestras decisiones, ya que de no obrar así, nos exponemos a movernos como las veletas, según el viento, según la última moda educativa.
Referencias
Piaget, J. (1975). Psicología y pedagogía. Barcelona: Ariel.
Smith,F. (1983). Comprensión de la lectura. México: Trillas.